En el Perú, cada minuto una mujer sufre violencia física y cada cuatro minutos una mujer sufre de violencia sexual, indica la última infografía publicada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) basado en la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) 2016.

La violencia de género es una de las más frecuentes formas de discriminación. Vulnera nuestros derechos como mujeres en todas las etapas de nuestras vidas y tiene impactos inimaginables en la salud física y mental, afecta gravemente a todos los miembros de nuestra familia e impacta en el desarrollo del país porque sus tentáculos abarcan la productividad en el trabajo, la creatividad, la capacidad de resolución de problemas, nuestra vida misma.

A menudo escuchamos “Pero eso sucede en provincias, en otras partes, aquí en la capital no es tan así”. La realidad nos llega de golpe, como una cachetada. Tanto en áreas rurales como en áreas urbanas la proporción es la misma, el 10% de las mujeres ha sufrido violencia física este año que pasó. Sí, una de cada diez. Tu amiga, tu vecina, tu colega, tu hermana, tu mamá, tu hija.

Si bien es cierto que actualmente existe a nivel internacional una conciencia creciente respecto a la importancia de la igualdad de género y que hay avances considerables en las políticas públicas, la necesidad de reflexión y debate sigue siendo grande. “El progreso de las naciones sólo es posible cuando nadie se queda atrás. Así, lograr la igualdad de género y eliminar la discriminación hacia la mujer es una condición indispensable”, señala la Agenda 2030 y los 17 objetivos de desarrollo sostenible que el Perú ha adoptado y ratificado junto con 191 países más.

Desde hace 70 años, fecha en la que se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos ya se decía que nadie se quede atrás. ¡Ese es el sueño y la meta! El ejercicio y la vigencia plena de los derechos humanos, la reducción de brechas existentes y avanzar hacia la igualdad de género para que cada hombre y cada mujer cuenten y sumen al desarrollo sostenible.

Muchas son las posibilidades para reflexionar y tomar acciones en torno a esta temática, basta mirar a nuestro alrededor para encontrar manifestaciones diversas. Especialmente en el mes de marzo, en el que recordamos a mujeres valientes e inspiradoras que permitieron que hoy seamos y tengamos los derechos que nos asisten. Pero seamos honestas, y preguntémonos conscientemente ¿hace cuánto podemos votar y participar en la vida política? ¿hace cuánto podemos ser dueñas de nuestras tierras y participar en la vida económica? ¿hace cuánto tenemos acceso a la salud sexual y reproductiva? ¿hace cuánto que las relaciones de poder son equilibradas y disfrutamos de lo mismo? Aún hoy en nuestra sociedad moderna y milenial, al cumplir los 15 años diez niñas se convierten en madres cada día* o más del doble de mujeres entre los 15 y 29 años no estudia ni trabaja en relación con sus pares hombres. Y las cifras siguen y siguen, en cualquiera de las dimensiones de la igualdad de género.

Busquemos nuevos horizontes, nuevas expresiones para alzar la voz, para reflexionar de una manera distinta sobre temas tan prioritarios y urgentes. Hagamos del teatro, del cómic, del arte, espacios para abordar de una manera divertida y educativa los principales mensajes de la igualdad de género. Y, como alguien me dijo hace unas semanas, la condición humana no se pierde ni en las peores circunstancias gracias a los sueños. Y el sueño es una vida plena e igualitaria para nuestros hijos, hijas y las generaciones futuras.


* Fuente: registros administrativos de INEI, RENIEC y MINSA, 2017.


Foto: Andina